La calle Alabado va desde la cuesta de Cabracancha hasta la calle Ruinas es el acceso principal del colegio El Carmelo y tiene una vista privilegiada de la Calle Ruinas donde alguna vez estuvo el convento Agustino del Cusco.
Cuenta la historia que en el mes de Octubre de 1697 los habitantes de una pequeña casa detrás de la iglesia de San Agustín eran despertados por voces extrañas que cantaban a coro diciendo "Alabado sea el Santísimo y augusto sacramento del altar", y que al salir los habitantes solo encontraban en el suelo una porción de hostias en cuyo derredor cantaban arrodillados muchos ángeles con las manos empalmadas.
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