Las antiguas casas del barrio estaban en otros tiempos llenas de huertos con frutales dado que se tenía un clima bastante más benigno que el resto de la ciudad, cuentan las historias que los palomillas o niños y jóvenes de bajo estrato social entraban a las casas ajenas y huertos a robar fruta so riesgo de ser recibidos a pedradas por los dueños.
Los huertos que producían capulí, unuelas, blanquillos y tumbos eran tan conocidos hasta no hace muy poco en que el boom del turismo fue convirtiendo casi todas estas casonas en hospedajes y hostales.
Comentarios
Publicar un comentario